sábado, 20 de febrero de 2010

A VUELA PLUMA - 1


RÍO ARAVALLE ENTRE ALISOS

A VUELA PLUMA - 1

ÁVILA 19.12.1971

GUILLERMO MARTÍN RODRÍGUEZ


“Hablan las cosas” - Sí, hablan las cosas, y hablo con las cosas. Me gusta este diálogo silencioso, mudo, cargado de contenido. A veces es un monólogo, no porque hable yo, que soy un ser humano, inteligente, capaz por tanto de diálogo y de monólogo -¡a veces con exceso!- sino porque hablan “ellas”, las cosas. Tienen muchas e importantes ideas que comunicar. Pero sólo en el silencio se las puede escuchar.
Mi silencio es interior, absoluto, metafísico; producto de una paz y una tranquilidad psíquica con raíces ancestrales, casi telúricas. Solamente así puedo escuchar el susurrante, casi imperceptible parloteo de las “cosas”. No siempre es un leve susurro, pues ciertas “cosas” y en ocasiones, gritan desgarradoramente.
En ese momento me pongo en actitud de escucha.

El Periódico: Un bocinazo, un toque de alarma es su primera página. En ella el mensaje de esta “cosa”, depósito de verdades y de mentiras, de odios y de venganzas, de alegrías infantiles y felicidades adultas, su mensaje, digo, es un grito de socorro de la naturaleza. Pide protección la madre Naturaleza contra la contaminación y la destrucción. La madre Naturaleza solicita una atención especial durante el año 1972.
Ese trozo de papel coloreado en rojo y amarillo es como una mancha de sangre y fuego sobre la naturaleza.
Se me vienen a la mente los momentos vividos en los parques y jardines de Ávila, Madrid, París, Lisboa, Roma. Pájaros, flores, árboles. Niños jugando sobre la hierba. Conversaciones íntimas. Juramentos de fidelidad. Como marco animado de idilios amorosos se ofrece espontánea la naturaleza verde, florida, viva. La luna y las estrellas.


VISTA DE GREDOS DESDE EL PARADOR

¿Es posible que esta naturaleza hecha para el hombre, sea un día destruida por el hombre mismo? Ha llegado el momento de gritar, de lanzar un desgarrador alarido de petición de auxilio para salvar esta naturaleza tan bella, tan íntima, tan entrañable.
Es nuestra y nadie tiene derecho a privar a nadie de ella. Siento que he de luchar por un cielo más límpido, por un mar transparente, por unas olas juguetonas, por unos árboles verdes y erguidos en bosques y selvas, por un aire puro para los niños y para los ancianos, para todos.

¡La naturaleza, no hay que olvidarlo, es nuestra, de todos, de la humanidad presente y futura!


SENDEROS DE AMOR Y DE ESPERANZA, DE VIDA Y DE PAZ, DE SOLIDARIDAD

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