lunes, 2 de febrero de 2009

EL ENCINAR DE MAMBRÉ




"EL ENCINAR DE MAMBRÉ
DIOS Y EL HOMBRE AL ENCUENTRO"
(Reflexiones al aire de mis recuerdos)

Roma Viernes, 27 de noviembre de 1992
Guillermo Martín Rodríguez

II

"Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: « Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: « No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin» (Lc 1:26﷓33).

Don Manuel García Morente hizo Ejercicios Espirituales del 24 de septiembre al 1 de octubre de 1940. Los dio Don José María de Lahiguera. Don Manuel llevó un diario de los mismos en el que, a propósito de la meditación de la Encarnación decía: "Uno de los más admirables aspectos de este insondable misterio es el infinito amor que revela Dios al hombre. Porque la redención de la Humanidad pudo haberse hecho de mil maneras, sin necesidad de que Dios se hiciese hombre (primera humillación), naciese en un pesebre (segunda humillación), fuese azotado, flagelado y escarnecido (tercera humillación), y muriese con muerte de cruz (cuarta humillación). Pero, entonces ¿por qué se hizo Dios hombre y padeció todas esas y otras muchas humillaciones? Admirablemente lo dice San Ignacio: "Para que yo más le ame y le siga".

"Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: « No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2:1﷓12).

En esta meditación los sentimientos y la sensibilidad de Don Manuel alcanzan alturas magníficas. Evoca en su diario imaginativamente, hechos, personas y cosas: "María y José, escribe García Morente, van camino de Jerusalén, desde Nazaret. María va sentada en el asno, cubierta con un manto. José, a pie, a su lado, camina conduciendo al borriquillo por el ronzal. Son pobres, son humildes. Llegan a Jerusalén y, sin apenas tomar descanso, prosiguen viaje a Belén... En Belén, la penuria y pobreza de la pareja santa llegan a términos verdaderamente asombrosos. Aquí la historia se hace ya ejemplar, paradigmática. José y María no tienen donde cobijarse.. El Hijo de Dios viene al mundo en una cueva, sobre un pesebre ¿Qué dirían José y María cuando vieron al Niño en el pesebre envuelto en trapillos? ¿Qué se dirían? No se dirían nada. La inaudita grandeza del momento y del hecho debió privarles de todo medio de expresión. Las lágrimas serían la única manifestación de sus inexpresables sentimientos".

"Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: |v14 « Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace. » |v15 Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: « Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado. » |v16 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. |v17 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; |v18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. |v19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. |v20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho (Lc 2:13﷓20).

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